Maternidades precarias: una reivindicación del valor de la maternidad en la sociedad actual
‘Maternidades precarias’ busca abrir otros discursos en torno a la experiencia de la maternidad haciendo visibles las dificultades a las que nos enfrentamos hoy en una sociedad que no valora ni a las madres ni los cuidados.
No sé por dónde empezar. Escribo estas líneas intentando explicar qué hay en este libro y cómo ha sido el proceso hasta llegar a verlo en mis manos. Qué difícil. En este momento en el que todo ya ha sido me parece irreal hablar de ello. Cuando me preguntan que qué siento tampoco sé muy bien qué responder. ¿Será un estado de shock?
Todo empezó, supongo, con mi propia maternidad. En ese mismo instante en el que una mañana de febrero de 2013 descubría en los baños de mi antiguo trabajo las dos rayitas rosas que me anunciaban que estaba embarazada. ¿Ya? ¿En serio? Lo que no sabía es que aquel descubrimiento suponía también un cambio de planeta. Como si con el embarazo hubiera desarrollado un nuevo sentido, comencé a ver cosas que no me encajaban. Cosas que ahora sentía ajenas. Injustas. ¿Anormales? Al principio eran sutiles, como un susurro, luego se hicieron más evidentes. Y más pesadas. Sí, creo que ahí empezó este libro. En el descubrimiento atroz de que la maternidad es un aparte en nuestros ritmos sociales.
«Maternar: experiencia límite y transformadora que ya quisieran Lou Reed y Albert Plá para sus lados más salvajes de la vida. La más salvaje y la más domesticada por ello al tiempo, puro suelo fértil de ambivalencia, como ya nos mostró la compañera, también poeta, Adrienne Rich. Invisibilizada como lo que es, uno de los procesos vitales más potentes de la vida humana. Idealizada, santificada, demonizada, opinada, vigilada», escribe Silvia Nanclares en el prólogo de Maternidades precarias. El plan de Silvia, como el de yo creo que todas, era seguir siendo la misma después del parto. «Seguiría escribiendo, leyendo, montando talleres…». La realidad es que el plan se tuerce, y con lo que te encuentras es con una transformación física y emocional gigantesca que te lleva por otros caminos. Muchas mujeres abrimos los ojos entonces a las enormes dificultades que existen para poder sostener nuestras maternidades en un entorno en el que no se contemplan las necesidades, las prioridades, que llegan de la mano de esta nueva condición. De esta metamorfosis.
El problema no es la maternidad
«Estoy agotada. No es sólo una expresión, sino la frase que mejor describe este estado perpetuo de arrastrarse a una misma. Me consta que otras madres se sienten así. Arrastradas. Supongo que en muchos casos se podría relacionar este malestar con el llamado síndrome de burnout parental ; un término que define una situación de agotamiento extremo –tanto a nivel físico como emocional– que aparece tras un período intenso de estrés cuando no se tienen los recursos para compensar sus efectos. Unos recursos que, como ya he mencionado, en el caso de la maternidad tienen mucho que ver con la carga de trabajo de cuidados, la red de apoyo y las condiciones socioeconómicas», escribo. Criar es cansado. Lo es cuando hay pocas manos para sujetarnos. Cuando son infinitas las tareas que se suceden a lo largo del día. Cuando nos exigimos y nos exigen ser una suerte de máquina multitarea que haga seguir funcionando la rueda. Nada nos permite parar en este mundo hiperproductivo, rápido, líquido. Y mucho menos la maternidad.
Se resiente nuestra salud física, pero también la emocional. Se patologiza el sufrimiento ocasionado por los malestares emocionales de las mujeres derivados de la precariedad, la soledad o la discriminación. Rachelle Garcia Selig, matrona que trabaja desde la atención médica integral de la mujer, plantea que la epidemia de trastornos de salud mental relacionados con la maternidad no está en los “cuerpos” de las madres, sino que lo que les ocurre a las madres es el síntoma del desequilibrio que existe entre el mundo en el que vivimos (y la manera en la que vivimos) y nuestras necesidades más humanas. Por ello considera que, si bien concienciar sobre la realidad a la que se enfrentan muchas madres hoy en día es un paso importante hacia un cambio colectivo, centrarse en las madres como la fuente del problema es el problema en sí mismo.
El problema no es la maternidad, el problema es que la maternidad no encaja en el sistema tal y como está configurado. Los malvivires de la maternidad son el síntoma del desequilibrio que existe entre la manera en la que vivimos y nuestras necesidades más humanas. Y somos nosotras, nuestros cuerpos y nuestros hijos e hijas, quienes quedamos tocadas por esto.
El feminismo debe reivindicar nuestra capacidad creadora
Hay una reflexión de la escritora Carme Riera que siempre me acompaña. La he adoptado como se adopta un animal en una protectora. La acaricio, la alimento, la consuelo. Viene a decir que el feminismo, además de reivindicar nuestra capacidad creadora, debe también reivindicar la recreadora o reproductora. «Es necesario buscar fórmulas para que nuestra condición de dadoras de vida llegue a ser un estímulo, un aliciente. Es necesario que el sufrimiento y la carga sean superados por el gozo y el placer de la maternidad».
Hay algo que dice Carolina del Olmo que a mí gusta mucho y es que quizás la huida del cuidado como destino nos impide comprender el cuidado como algo distinto al sacrificio. Todavía nos cuesta nombrar la maternidad como algo propio de las mujeres, algo que ensalzar, proteger y valorar. ¿Qué ocurre si sólo quieres ser madre? ¿Cuidar? ¿Cuánto dura el estado de dependencia de una criatura? Y, por supuesto: ¿Qué ocurre con las necesidades de los bebés? ¿De los niños? «Decir hoy que ser madre no es lo mismo que ser padre, parece algo recalcitrante. Algo conservador. Pero no tienes más que observar a un bebé de diez días para darte cuenta de que el bebé no tiene ninguna duda: nace esperando a su madre», me decía Ibone Olza en una entrevista. La maternidad es para toda la vida, pero es durante los primeros años de crianza cuando la demanda es gigante. Cuando más nos necesitan. ¿De verdad sólo se puede proponer externalizar los cuidados? ¿Seguir con nuestras vidas como si no hubiese pasado nada? En los cuidados no hay tiempo muerto, ni botón de pausa, ni fin de semana, ni vacaciones pagadas. Además de nuestras propias necesidades tenemos que cubrir las de otra persona que depende de nosotros, de nuestra presencia y disponibilidad. Las 24 horas al día, los 365 días del año. Debemos visibilizar esto. Protegerlo. Colaborar para hacer que los malvivires maternos sean cosa del pasado. Que podamos gozar nuestras maternidades. Y eso sólo será posible si lo hacemos nombrando la precariedad y poniendo el foco en la justicia social.
Maternidades precarias trata de abrir otras narrativas diferentes a las imperantes centradas en lo productivo. Quiere invitar a la reflexión sobre una nueva forma de pensar la maternidad: desde la dignidad y el valor de los cuidados, haciendo visibles las carencias, los baches, las dificultades. Aporta un nuevo punto de vista alejado de la idea de los techos de cristal y centrado en las necesidades reales de las madres y en sus dificultades. Aquí pienso en una columna de Rosa Montero que creo que refleja muy bien por qué tenemos que abrirnos a nuevos discursos, abrazar otras narrativas. Creo que estamos ante un discurso muy nuevo, aunque parezca viejo, que tenemos que abrazar. Comprender. Porque, como dice Montero, el feminismo no es una ideología, por fortuna. Y tampoco es un sistema cerrado de ideas, «sino un grandioso movimiento cultural y social que está cambiando el mundo».
Qué duro ha sido escribir sobre esto. Qué complejo sacarlo adelante. En las tripas de este libro se han quedado la falta de tiempo, la ausencia de una mesa propia, el trabajo precario, un tic en el ojo y el abuso de mí misma. Pero también el amor generoso que Adrián siempre me ha dado. Porque sin él, sin Mara y Leo, este libro nunca hubiera existido. A ellos gracias, por construir(me) cada día.
CARACTERÍSTICAS
Maternidades precarias
Autora: Diana Oliver
Fecha de publicación: 06 de abril de 2022
ISBN: 978-84-18741-42-5
PVP: 19,90 €
208 páginas
Tamaño: 140 x 213 mm
De Maternidades precarias han dicho…
«Una oportunidad para convertir nuestras experiencias de maternidad en conocimiento y poder». Silvia Nanclares
«El dolor, la rabia, la fragilidad de las madres, la ambivalencia de la que nos habló Adrienne Rich, las dudas sobre un futuro que asoma borroso en el horizonte, todo ello está en este libro. Diana Oliver ha escrito el relato de toda una generación de madres que cada día caminan agotadas, sí, pero también decididas y esperanzadas por el hilo de la vida». Carmen G. de la Cueva
«Ahí, en el espacio blanco entre esas dos manos, hemos habitado todos. Por eso, este libro trata un asunto tan vital y nuestro. Diana Oliver, con una perspectiva muy bella, ha roto la pared para que podamos mirarnos, dentro del laberinto, asistiendo a un presente también difícil. Esto no son unas memorias, no es un ensayo teórico, es un híbrido de la misma naturaleza que la mesa sobre la que ha sido escrito: alimento, lectura, crianza, ternura e inteligencia». Aroa Moreno
«La periodista Diana Oliver analiza en el ensayo Maternidades precarias cómo tener hijos se ha convertido en un privilegio porque la crianza no está valorada como se merece y porque la sociedad arrincona los cuidados y se limita a apreciar la faceta productiva y económica de las personas». Olga Pereda (El Periódico)
«Maternidades precarias, de Diana Oliver, es uno de esos libros que a toda madre actual tocará la fibra sensible como en su día hizo Jane Lazarre con El nudo materno». Laura Barrachina (RNE)
«Muchas de las preguntas que plantea este libro nos han asaltado, creo que a todas, a la hora de ser madres, pero también antes, y después. En esa construcción que es tener hijas e hijos en nuestro mundo, voces como la de Diana arrojan luz y nos ayudan a repensarnos. Enhorabuena por el libro». Yolanda Díaz
«Qué bueno esto de Diana Oliver, sobre maternidad, feminismo, precariedad y funambulismos sin red». Emma Vallespinós (La Ser)
Apariciones en medios
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Diari Ara, Diumenge
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Efeminista, Entrevista
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