La salvación estaba en un verso de Pilar Cámara
Presentación de Absolución
María Pandora (Madrid, 27 de abril de 2024)
Llevo toda la semana con una canción en bucle: La salvación, una versión de la canción de Arde Bogotá interpretada junto a Enrique Bunbury. Hay una parte en particular que me gusta mucho. Dice: «Y ahora sé que la salvación / Estaba dentro de un beso / Y una caricia en el pelo».
Y me encanta porque ayer me pasó algo maravilloso. Estaba en casa cocinando la tortilla de patatas que preparamos religiosamente todos los viernes y, mientras tanto, escribía esto y escuchábamos La salvación (todo en modo multitarea, por supuesto). De repente, Mara se acercó cantando: «Y ahora sé que la salvación / Estaba dentro de un verso». Yo le corregí, le dije que la letra decía «beso», pero ella insistió convencida en que decía «verso». Con esta confusión, pensé, se cerraba un círculo perfecto con el prólogo de Nacho Vegas, en el que cuenta que había leído «voraz» en lugar de «veraz» en el verso de Sylvie Plath que abre el poemario que hoy presentamos y que dice: «No soy cruel, solamente veraz».
Veraz, voraz, verso, beso. Y yo creo que esto no es casual. Que todas estas palabras, como migas de pan, están ahí para llevarnos al camino de la salvación. Lo que «nos salva». Nos pasamos la vida buscándole un sentido a todo. Ponemos mucho empeño en ello. Nos lo tomamos muy en serio. Pero al final, realmente, lo que de verdad importa no es el sentido de las cosas, sino algo mucho más sencillo: el beso, la caricia en el pelo.
Sobre esto de buscarle un sentido a todo, vuelvo muchas veces a una columna de Leila Guerriero en la que hablaba sobre la inutilidad del dolor. Escribía: «¿Cuántas toneladas de autoayuda y mindfulness hemos tragado para engendrar esa necesidad maníaca de encontrarle a todo una enseñanza? El dolor, a veces, es simplemente dolor».
Yo, como Leila, no creo que el dolor tenga ninguna utilidad, ni tampoco que deba buscarse en el dolor ninguna enseñanza. Pero es cierto que el dolor, como el amor, a veces nos lleva escribir. Que a veces no se puede entender la vida, ni soportar sus inclemencias, si no es con la escritura. La escritura como la pesa de la olla a presión. Las frases hiladas que se derraman. El grito mudo con lo que ya no cabe.
En Absolución hay dolor y rendición. Amor y parasiempres. Enamoramiento y locura. Hay veracidad. Hay culpa. Hay miedo. Hay deseo. Hay redención. Pero sobre todo está presente esa voracidad con la que Pilar se come la vida, y esa misma voracidad con la que muchas veces la vida engulle a Pilar.
Nacho tiene razón: Pilar es veraz… y voraz.
Rouge, Un nido en las clavículas, Morfología de la sangre y, ahora, Absolución. Leo los versos de Pilar Cámara, mi hermana, mi amiga, la mujer a la que admiro y en la que me miro, y siento que todo lo que pueda decir de su poesía, de Absolución, de ella, sería completamente insuficiente. Porque Pilar es, sobre todo, salvación.
«Acudo a tu llamada / porque ahora / sé quién soy»
Leila Guerriero también dijo una vez algo así como que un texto no se completa hasta que otros lo leen. Yo creo que un texto a veces también se escribe para salvarse, y que ese texto acaba convirtiéndose en salvación para quienes lo leen.
Pilar, con quien comparto en mi piel la palabra Laotong, que nos nombra hermanas para sostenernos en la voracidad, ha sido y es salvación. También, con sus versos.
«Me miras. / Ya no deseo morir»
Al final resulta, que mi hija Mara también tenía razón: ahora sé que la salvación estaba dentro de un verso de Pilar Cámara.
Te quiero mucho, hermana.
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CARACTERÍSTICAS
Absolución
Autora: Pilar Cámara
Prólogo: Nacho Vegas
ISBN: 978-84-128242-1-6
PVP: 13,50 €
70 páginas